Carmen es una mujer solitaria, sin grandes escándalos,que sepamos por aquí. Trabaja como la que más y tiene fama de ser solidaria con el que lo necesita.
Todos sabemos por aquí que cuándo desaparece durante algunas horas, en sus ratos libres, claro está, es para ir al orfanato que se encuentra cerca de esta calle. Allí, según me cuentan las que la han visto y las que lo saben, allí echa una mano en todo lo que las monjas le piden. Aunque al principio le costó entrar y que la dejaran ayudar, ya sabemos lo que es la falsa moral y la hipocresía de la iglesia, ahora es una de las personas más queridas del lugar. Eso lo sé por buena tinta,que tengo contactos en todas partes.
En el orfanato, sobre todo los niños, la adoran. Primero por su bondad y,segundo, porque es de las pocas personas que se acerca a ese sitio sin buscar nada a cambio. Además de porque es una maravillosa lectora y ese don lo utiliza para conquistar la sonrisa de esos niños que llevan años sin reir, sin soñar y sin amar. Les lee todo lo que cae en sus manos y, siempre que puede, nos está pidiendo para poder comprar libros nuevos o usados a los niños y llevarles material para poder enseñar a los mayores a leer y a escribir.
Es una mujer inteligente para la época en la que estamos y siempre he sospechado que debe venir de una familia acomodada ya que su inteligencia y su cultura así lo delata. Ella nunca habla de nada relacionado con su familia ni con su pasado,pero algo me dice a mí en la nariz que esto es así. Aunque respeto totalmente su decisión de mantener lo que sea en secreto. Ya lo contará cuando esté preparada.
En el orfanato, además de ella, hay otras personas que van como voluntarios para ayudar a las monjas que allí residen y que son las encargadas de cuidar, mantener,limpiar y organizar todo ese entramado que supone llevar y dirigir un sitio donde lo que más falta es dinero y amor. Menuda convinación.
Y allí se acerca ella cada vez que puede, dando lo que buenamente tenga en ese momento. Pero, sobre todo, repartiendo amor y educación a los niños que residen allí. Aunque también algo tiene que ver que un medicucho ronroneo de vez en cuando por esos pasillos cuidando a los chicos enfermos y asegurándose de que las personas que están ahí se encuentren sanas y bien alimentadas,por el bien de los muchachos,claro. No por otra cosa.
Todos sabemos por aquí que cuándo desaparece durante algunas horas, en sus ratos libres, claro está, es para ir al orfanato que se encuentra cerca de esta calle. Allí, según me cuentan las que la han visto y las que lo saben, allí echa una mano en todo lo que las monjas le piden. Aunque al principio le costó entrar y que la dejaran ayudar, ya sabemos lo que es la falsa moral y la hipocresía de la iglesia, ahora es una de las personas más queridas del lugar. Eso lo sé por buena tinta,que tengo contactos en todas partes.
En el orfanato, sobre todo los niños, la adoran. Primero por su bondad y,segundo, porque es de las pocas personas que se acerca a ese sitio sin buscar nada a cambio. Además de porque es una maravillosa lectora y ese don lo utiliza para conquistar la sonrisa de esos niños que llevan años sin reir, sin soñar y sin amar. Les lee todo lo que cae en sus manos y, siempre que puede, nos está pidiendo para poder comprar libros nuevos o usados a los niños y llevarles material para poder enseñar a los mayores a leer y a escribir.
Es una mujer inteligente para la época en la que estamos y siempre he sospechado que debe venir de una familia acomodada ya que su inteligencia y su cultura así lo delata. Ella nunca habla de nada relacionado con su familia ni con su pasado,pero algo me dice a mí en la nariz que esto es así. Aunque respeto totalmente su decisión de mantener lo que sea en secreto. Ya lo contará cuando esté preparada.
En el orfanato, además de ella, hay otras personas que van como voluntarios para ayudar a las monjas que allí residen y que son las encargadas de cuidar, mantener,limpiar y organizar todo ese entramado que supone llevar y dirigir un sitio donde lo que más falta es dinero y amor. Menuda convinación.
Y allí se acerca ella cada vez que puede, dando lo que buenamente tenga en ese momento. Pero, sobre todo, repartiendo amor y educación a los niños que residen allí. Aunque también algo tiene que ver que un medicucho ronroneo de vez en cuando por esos pasillos cuidando a los chicos enfermos y asegurándose de que las personas que están ahí se encuentren sanas y bien alimentadas,por el bien de los muchachos,claro. No por otra cosa.