Canella Nuit Club está ubicado en un callejón pequeño, poco iluminado, donde las sombras juegan al escondite con los rostros que se acercan a mirar, a escuchar o a otras cosas.
Es un callejón con encanto llamado "de los sinsabores" y de difícil localización si no te han indicado el camino antes. Su suelo es de un color gris ceniza,con losas pequeñas y bien colocadas, de esas de las de antes. Con sus bordes resaltados y sus taras producidas por los años y por las pisadas.
Tiene poca acera y los coches pasan por los pelos. Tan por los pelos que para salir tienen que ir marcha atrás. Y ,esto, a veces es complicado,bien por que estamos en 1922 y muchos coches son aún de caballos. O bien por que se juntan las gentes que salen con las que entran y se forma un pequeño altercado. Pero el que es visitante asiduo sabe que es preferible que el cochero te deje a la entrada del callejón y vayas caminando esos escasos metros que te separan de la puerta. Esa puerta de madera oscura, traída de Bali por la antigua dueña de este local. Una puerta con personalidad, con solera,una puerta testigo mudo de muchos secretos, secretos de estado, se podría decir....
Dicen de ella que ,en sus vetas, aparecen, en las noches más oscuras, caras de seres monstruosos, como de otro mundo. Seres despechados, ánimas malditas con bocas abiertas cuyos suspiros y lamentos parecen rotos. Pero eso es otra historia y nunca he podido verlas con claridad. Supongo que serán las sombras de la farola, que aburrida por la noche, juega con las luces y los colores de esa madera curtida.
En el centro,una gran aldaba en forma de mano, cuyo sonido rebota en la vieja gloria de Bali y en el interior del Canella Nuit con un replicar de campanillas..El portero se dispone a abrir la puerta en el momento que oye el sonido de los diminutos badajos.
Bienvenidos, Damas y Caballeros ......¡¡¡
Es un callejón con encanto llamado "de los sinsabores" y de difícil localización si no te han indicado el camino antes. Su suelo es de un color gris ceniza,con losas pequeñas y bien colocadas, de esas de las de antes. Con sus bordes resaltados y sus taras producidas por los años y por las pisadas.
Tiene poca acera y los coches pasan por los pelos. Tan por los pelos que para salir tienen que ir marcha atrás. Y ,esto, a veces es complicado,bien por que estamos en 1922 y muchos coches son aún de caballos. O bien por que se juntan las gentes que salen con las que entran y se forma un pequeño altercado. Pero el que es visitante asiduo sabe que es preferible que el cochero te deje a la entrada del callejón y vayas caminando esos escasos metros que te separan de la puerta. Esa puerta de madera oscura, traída de Bali por la antigua dueña de este local. Una puerta con personalidad, con solera,una puerta testigo mudo de muchos secretos, secretos de estado, se podría decir....
Dicen de ella que ,en sus vetas, aparecen, en las noches más oscuras, caras de seres monstruosos, como de otro mundo. Seres despechados, ánimas malditas con bocas abiertas cuyos suspiros y lamentos parecen rotos. Pero eso es otra historia y nunca he podido verlas con claridad. Supongo que serán las sombras de la farola, que aburrida por la noche, juega con las luces y los colores de esa madera curtida.
En el centro,una gran aldaba en forma de mano, cuyo sonido rebota en la vieja gloria de Bali y en el interior del Canella Nuit con un replicar de campanillas..El portero se dispone a abrir la puerta en el momento que oye el sonido de los diminutos badajos.
Bienvenidos, Damas y Caballeros ......¡¡¡
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